Un informe reciente sobre pobreza energética en Bahía Blanca reveló que los hogares de menores ingresos son los que más dinero destinan a la energía, profundizando las desigualdades económicas y sociales. Mientras que el promedio de los hogares invierte un 13% de sus ingresos en el pago de electricidad, gas y otros combustibles, en los sectores más desfavorecidos este porcentaje asciende al 19%, afectando su calidad de vida.
El estudio, elaborado por la Dra. María María Ibáñez, la Lic. Milena Poggiese y la Dra. Silvia London, investigadoras del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur (IIESS) UNS-CONICET, se basó en la Encuesta de Inclusión Social Sostenible (2024). La muestra incluyó 1.411 hogares y 3.851 personas, triplicando el tamaño de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC.
Los datos revelan que el servicio eléctrico representa la mayor parte del gasto energético de los hogares, seguido por el gas de red. Sin embargo, en barrios vulnerables, la falta de acceso a la red de gas natural obliga a muchas familias a depender de garrafas, leña y carbón. En invierno, los hogares de menores recursos consumen hasta tres garrafas por mes, y el 91,5% de los usuarios accede a ellas sin ningún tipo de subsidio.
El informe advierte que, si bien en los últimos años hubo una leve reducción de la pobreza energética, aún persisten altos niveles de privaciones en la ciudad. Actualmente, más de 70.000 personas en Bahía Blanca viven en condiciones de pobreza energética, y 12.840 padecen indigencia energética, es decir, dependen de la quema de materiales contaminantes para cocinar y calefaccionarse.
Si bien la pobreza energética es más grave en los sectores de menores ingresos, el informe destaca que no es un problema exclusivo de los barrios más pobres. De hecho, el 73% de los hogares en situación de vulnerabilidad energética se encuentra fuera de estas zonas, lo que demuestra que el alto costo de la energía afecta a una parte significativa de la población.
El estudio plantea una serie de medidas para reducir la pobreza energética en la ciudad:
Subsidios y distribución eficiente de garrafas en los casos más graves de indigencia energética.
Inversión en infraestructura para extender la red de gas natural en los barrios más afectados.
Programas de eficiencia energética que reduzcan el consumo sin afectar la calidad de vida.
Mejoras habitacionales para optimizar el aislamiento térmico y disminuir la dependencia de combustibles contaminantes.
El informe concluye que es urgente implementar políticas públicas inclusivas que garanticen el acceso equitativo a la energía y alivien la carga económica que hoy pesa sobre miles de familias bahienses.
Esta entrada ha sido publicada el 18 de febrero, 2025 09:58
Deja un Comentario