En las costas bonaerenses, especialmente durante la temporada estival, es cada vez más frecuente el avistamiento de ejemplares de fauna marina, como lobos marinos y elefantes marinos. Esta creciente interacción, aunque emocionante para turistas y residentes, conlleva desafíos y riesgos que resaltan la necesidad de una convivencia consciente y responsable.
Según expertos, estas especies, que en el pasado estuvieron al borde de la extinción por explotación comercial, han mostrado una notable recuperación gracias a la normativa de protección vigente en Argentina. Sin embargo, el aumento de avistamientos no siempre está acompañado por un comportamiento adecuado de las personas.
Un caso reciente en Monte Hermoso evidenció prácticas incorrectas al acercarse a un cachorro de elefante marino, como intentar tocarlo o forzarlo a regresar al agua. Pablo Petracci, de la Estación de Rescate de Fauna Marina Indio Fidalgo, explicó que estos animales, en su mayoría juveniles, no perciben al ser humano como una amenaza debido a su falta de experiencias negativas. Esto los hace más vulnerables, ya que muchas veces las personas no respetan la distancia de seguridad recomendada de al menos 25 metros.
“Un animal puede parecer tranquilo, pero al sentirse amenazado puede reaccionar de forma agresiva. Además, exponerlo a estrés innecesario, como forzarlo a regresar al agua, puede ocasionarles serios problemas de salud e incluso la muerte“, detalló Matías Jiménez, médico veterinario.
El desconocimiento también representa un riesgo para los humanos, quienes podrían contraer enfermedades zoonóticas al entrar en contacto directo con estos animales. Además, una mordida de un elefante marino, aunque sea juvenil, puede causar graves lesiones debido a la potencia de su mandíbula y la carga bacteriana en su boca.
La solución pasa por la educación y el respeto hacia el hábitat natural de estas especies. Las organizaciones de rescate, como la Estación de Rescate de Fauna Marina Guillermo Fidalgo, trabajan arduamente en campañas informativas y programas de voluntariado. Gabriela, una de las encargadas del centro, mencionó que estos programas no solo ofrecen la oportunidad de colaborar con el cuidado de los animales, sino que también permiten a los voluntarios aprender sobre biología y conservación.
“Cada verano, los pingüinos y otras especies llegan a los centros de rescate por diversas razones. Con la ayuda de voluntarios, logramos atenderlos y garantizar su recuperación“, afirmó Gabriela, destacando la importancia del compromiso comunitario.