El sol no es solo un peligro en los días calurosos de verano. A menudo se cree que las altas temperaturas son sinónimo de radiación ultravioleta (UV) intensa, pero lo cierto es que el sol está presente durante todo el año, incluso en los días nublados. La piel, como un “registro” del paso del tiempo, tiene memoria: los daños ocasionados por la radiación UV dejan huellas que no siempre se ven de inmediato.
“El daño solar genera cambios en el ADN, especialmente las quemaduras“, explica Ivana Trama, especialista en dermatología. Aunque muchas personas creen que el protector solar ofrece una protección del 100%, esto no es del todo cierto. “No existe la pantalla total“, señala. Los protectores solares pueden ser efectivos, pero hay que ser conscientes de que su acción no es infalible, y siempre hay que renovarlo cada cierto tiempo, especialmente después de la exposición al agua.
Además, es esencial tener en cuenta la hora del día y el entorno. La conocida “regla de la sombra” es un buen indicador: si tu sombra es más corta que tu altura, la radiación UV es más fuerte, por lo que es necesario tomar mayores precauciones. Aunque la mayoría de las personas piensa que el daño solo ocurre entre las 11 y las 16 horas, en realidad la radiación UV puede ser intensa en otros momentos también, aunque en menor medida. “El sol no es un enemigo, la clave está en usarlo de manera responsable”, enfatiza Trama.
La exposición al sol es acumulativa, por lo que incluso pequeñas exposiciones cotidianas, como caminar al banco o hacer un trámite, pueden sumar un daño solar significativo. Además, los factores de protección solar no son tan simples como parecen. “Entre un FPS 50 y uno 100 hay solo un 10% de diferencia de protección“, asegura Trama. La mayor parte de la protección que brindan estos productos está relacionada con la radiación UVB, la que causa el enrojecimiento inmediato de la piel, pero no es la única responsable de los daños a largo plazo, como manchas o envejecimiento prematuro.
Con el auge de la conciencia sobre los cuidados solares, sobre todo gracias a la información difundida en redes sociales, las nuevas generaciones han comenzado a incorporar hábitos responsables desde temprana edad. Trama compara el cuidado de la piel con el de los dientes: “Es algo que se hace toda la vida, sin pensarlo demasiado“. La educación sobre protección solar es fundamental para evitar problemas futuros como el cáncer de piel.
En cuanto a la vestimenta protectora, cada vez es más común ver a personas con ropa diseñada para protegerse de la radiación UV. “Las remeras con protección UV, por ejemplo, son una excelente opción, especialmente en actividades al aire libre“, señala. Pero también existen otras alternativas como mangas y sombreros que, si bien no son infalibles, ayudan a disminuir la exposición directa al sol.
El daño solar no se limita al verano, y aunque la mayoría de las consultas se concentran durante los meses más calurosos, Trama destaca que el cuidado debe ser constante durante todo el año. “Me encantaría que la gente me llame en junio, para hablar del cuidado de la piel, porque en invierno también se acumulan los daños“, dice la dermatóloga, quien recalca que el cuidado de la piel debe ser un hábito diario.
