La lucha contra el uso de pirotecnia en Bahía Blanca continúa avanzando, aunque de manera paulatina. Cada año, más personas toman conciencia de los efectos negativos que los estruendos generan en personas con hipersensibilidad auditiva, como quienes tienen autismo o Alzheimer, así como en los animales y el medio ambiente.
“Es un proceso que lleva tiempo, pero estamos en el camino correcto. Notamos una disminución en el uso de pirotecnia, aunque sigue siendo necesario reforzar la empatía y la información. El impacto de estos estruendos no es igual para todos, pero en algunos casos puede generar crisis e incluso autolesiones”, explicó Pamela Moya, referente del tema.
En el último tiempo, la municipalidad ha intensificado los controles y la fiscalización, decomisando grandes cantidades de pirotecnia de venta ilegal. Sin embargo, los activistas insisten en que el cambio real viene desde el consumidor: “Si nadie compra, no habrá venta. Nuestro objetivo es atacar la demanda, fomentando la empatía y explicando los perjuicios que genera la pirotecnia”.
Como parte de estas campañas de concientización, el municipio instaló una cabina sensorial en el centro de la ciudad. Allí, los visitantes pudieron experimentar en primera persona cómo afectan los estruendos a quienes tienen hipersensibilidad auditiva. La iniciativa fue muy bien recibida: “Vivirlo desde esa perspectiva ayuda a entender el impacto desde otro lugar. Esperamos que se replique todos los años”.
Aunque la Navidad mostró una disminución en la cantidad de estruendos, Año Nuevo sigue siendo el momento de mayor uso de pirotecnia. Además, eventos sorpresivos como festejos deportivos o marchas pueden ser aún más problemáticos para quienes sufren hipersensibilidad, ya que no tienen la posibilidad de prepararse con anticipación.
En Monte Hermoso, una ciudad cercana, se implementó una iniciativa para centralizar los festejos con pirotecnia en un único lugar y horario. Aunque el impacto sigue existiendo, se busca reducirlo en la mayor medida posible. “Es un paso intermedio dentro del proceso hacia la pirotecnia cero. Lo ideal sería cambiar el paradigma y aprender a celebrar sin necesidad de usarla”, afirmó.
El camino hacia la erradicación de la pirotecnia no será inmediato, pero cada paso cuenta. “Año tras año notamos que los estruendos son menores, ya sea por conciencia o por factores económicos. Este es un cambio cultural que requiere paciencia y trabajo constante, pero creemos que estamos avanzando en la dirección correcta”, concluyó.