Nicolás Seitz, representante del frigorífico Incobb, analizó la crisis que atraviesa el sector cárnico en Bahía Blanca debido a la caída del poder adquisitivo de los consumidores. Según explicó, el nivel de trabajo de la empresa se redujo un 20% entre enero y octubre de este año, en comparación con el mismo período del año pasado.
“Más allá de que trabajamos menos, la rentabilidad también bajó porque los costos subieron muchísimo. Esto se refleja directamente en el mostrador: la gente consume menos. El que compraba un kilo de carne, ahora lleva dos bifes, y el que hacía un asado, ahora compra unos chorizos“, señaló Seitz.
El impacto de la inflación y la caída del salario real se siente con fuerza. “Hacer un asado para una familia tipo de cuatro personas cuesta entre 16.000 y 17.000 pesos solo en carne, sin contar otros gastos. Aunque el precio de la carne no haya subido tanto en comparación con otros productos, la plata no alcanza. La gente prioriza pagar luz, gas y otros servicios“, agregó.
Seitz también destacó un cambio histórico en el consumo de carne per cápita. “Hoy estamos en niveles bajísimos, los más bajos de la historia. Mientras tanto, la exportación está alcanzando cifras récord. Lo que no comemos nosotros, lo están comiendo afuera”, expresó, en referencia a las políticas económicas que favorecen la venta al exterior.
Pese a la crisis, el frigorífico Incobb se mantiene en pie gracias a una gestión eficiente. “Llevamos diez años haciendo las cosas bien y siendo prolijos. Eso nos permite seguir, pero el panorama es malo. Nuestro trabajo ha perdido valor, y desde 2015 el salario real ha caído enormemente“, concluyó.
En cuanto a los hábitos de consumo, Seitz mencionó que los cortes tradicionales para milanesas, como la nalga o el peceto, siguen siendo los más elegidos, aunque muchas familias han optado por reducir la cantidad o buscar opciones más económicas. “El consumo ha cambiado; ahora se busca sustituir y consumir menos“, cerró.