Cada 7 de agosto, la capilla de San Cayetano se convierte en un punto de encuentro para miles de devotos que acuden a agradecer y pedir. Este santo, conocido por ser el patrono del trabajo y los milagros, reúne a personas de todas partes del país, fortaleciendo una tradición que se transmite de generación en generación.
“Vengo todos los meses, el día 7, para agradecer más que pedir. San Cayetano me ha dado tranquilidad y felicidad, no solo a mí sino a mi familia también,” comentó una devota que, junto a sus amigas, mantiene esta costumbre mensual. La fe en San Cayetano va más allá de los problemas laborales; muchos acuden para agradecer lo que tienen y pedir por aquellos que aún buscan empleo.
Cada 7 de agosto tiene un significado especial para los devotos. “Me levanto con otra energía. Hice una promesa por el trabajo de mis hijos y la cumplo cada mes,” explicó una mujer que lleva años manteniendo esta tradición. La devoción a San Cayetano no solo se basa en los pedidos, sino también en el agradecimiento constante por las bendiciones recibidas.
La fe en San Cayetano no es nueva, pero cada devoto tiene una historia única. “Hace unos años comencé a venir con mi pareja y desde entonces no he dejado de venir. Mi mamá también era devota, y aunque ahora no puede venir, yo sigo su legado,” relató una mujer que ha pasado esta devoción a sus hijos.
A pesar del clima y las dificultades, los fieles no dejaron de acudir. “Llevamos 16 años viniendo, hemos pasado por días de lluvia y otros obstáculos, pero siempre venimos con fe,” afirmaron. Este año, la celebración tiene un tinte especial con la reciente canonización de María Antula, la primera santa argentina, lo que refuerza el orgullo y la fe de los creyentes.
La devoción a San Cayetano sigue siendo un pilar en la vida de muchos argentinos, quienes, impulsados por la fe y la esperanza, se reúnen cada 7 de agosto para pedir y agradecer, manteniendo viva una tradición que une a familias y comunidades.