La pérdida de la planta de GNL en la ciudad: entre malas gestiones y decisiones políticas

El reciente anuncio de la instalación de la planta de gas natural licuado (GNL) en Río Negro ha generado una ola de reacciones y críticas en Bahía Blanca. Este resultado, según concejales de la oposición, es el producto de una serie de malas gestiones acumuladas y la falta de condiciones necesarias, especialmente en términos de seguridad jurídica.

La seguridad jurídica es un factor clave para atraer inversiones de gran envergadura, como la planta de GNL. Sin ella, todos los esfuerzos en infraestructura y otras áreas se vuelven inútiles. En este caso, la falta de seguridad jurídica se combinó con una inversión monumental, equivalente a 290 años del presupuesto de Bahía Blanca, lo que resaltó aún más la magnitud de la pérdida, dijeron Martín Barrionuevo y Adrián Jouglard.

Las condiciones políticas tuvieron un peso significativo en esta decisión. El gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, logró el apoyo de las provincias vecinas de Neuquén, Chubut y Santa Cruz, formando un frente regional en la Patagonia para asegurar la instalación de la planta. En contraste, el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, no logró cerrar acuerdos con la oposición, enfrentándose constantemente con ella. Esta falta de consenso político complicó la posibilidad de posicionar a Bahía Blanca como la primera opción para la inversión, manifestaron los ediles.

A pesar de los esfuerzos locales en Bahía Blanca, donde se intentó unificar a las fuerzas políticas y buscar un consenso general en defensa de la inversión, la ciudad perdió la oportunidad. El intendente de Bahía Blanca, Federico Susbielles, tuvo una actitud proactiva, convocando a todas las fuerzas políticas y vivas de la ciudad para presentar un frente común. Sin embargo, estos esfuerzos no fueron suficientes para revertir la decisión ya tomada, que parecía más influenciada por factores políticos que técnicos, agregaron.

Además dijeron que la pérdida de esta inversión millonaria no solo afecta el presente de Bahía Blanca, sino que también compromete su futuro, ya que las empresas necesitan sentirse seguras de que su inversión dará frutos y no será alterada por factores externos a lo largo de los 30 años que se planificaban.