En un mundo donde el liderazgo a menudo se percibe como una carrera hacia la cima, el ex jefe de Gabinete de la Nación, Marcos Peña, invita a reflexionar sobre la verdadera esencia del liderazgo en su nuevo libro “El Arte de Subir (y Bajar) la Montaña”. Presentado recientemente, este libro es el fruto de cuatro años y medio de introspección y aprendizaje, un viaje que Peña describió como un proceso para entender mejor la dimensión humana del liderazgo.
Peña, quien estuvo en el centro del poder durante el gobierno de Mauricio Macri, ofrece en su obra una mirada íntima a su experiencia. Nos insta a replantearnos cómo vemos a los líderes: no como figuras excepcionales y distantes, sino como personas comunes en situaciones de liderazgo. Según Peña, “todos estamos en situaciones de liderazgo a lo largo de la vida”, y esta perspectiva puede cambiar la manera en que entendemos y afrontamos nuestras propias responsabilidades.
Una de las conclusiones más profundas de Peña es la importancia del trabajo personal para mantener una conexión genuina consigo mismo y con los demás. Destaca que el aislamiento, la autosuficiencia y el agotamiento son problemas comunes en roles de alta responsabilidad, que pueden deteriorar tanto la salud mental como la eficacia en la toma de decisiones.
Durante su charla, Peña subrayó la necesidad de prestar más atención a la salud mental de los líderes, un tema a menudo descuidado. Argumenta que la exposición constante a grandes cargas de responsabilidad puede desconectar a una persona de sí misma y de su entorno. Este deterioro de la salud mental no solo afecta a los líderes en términos personales, sino que también tiene un impacto en la calidad de sus decisiones.
Peña compara la situación de los líderes políticos con la de los deportistas de élite, quienes han comenzado a abordar su salud mental de manera integral, combinando el cuidado emocional con el rendimiento físico. En su opinión, la idea de que los líderes pueden funcionar sin considerar su bienestar emocional y físico es obsoleta y contraproducente.
El libro de Peña no solo es un relato de sus experiencias, sino también una oportunidad para la autocrítica y el aprendizaje. A través de sus reflexiones, comparte cómo la falta de estructura de apoyo y la tendencia a asumir demasiada responsabilidad pueden llevar a la desconexión y, en algunos casos, a la percepción de soberbia. Reconoce que, a pesar de haber trabajado en equipo, una mayor organización personal podría haber mejorado su rendimiento y el de su equipo.
Uno de los aprendizajes clave que Peña destacó es la necesidad de delegar y trabajar en equipo. Insiste en que el liderazgo nunca es una tarea individual; siempre es un esfuerzo colectivo. Este enfoque, que él mismo intenta aplicar en su vida actual fuera de la política, es crucial para evitar el agotamiento y la sobrecarga.
Peña también reflexiona sobre el papel de la ciudadanía en la política. Rechaza la idea de que los ciudadanos sean meros espectadores pasivos y abogó por una participación activa en la vida pública. Según él, la expectativa de que los líderes se sacrifiquen y trabajen sin descanso no solo es irreal, sino que también conduce a decisiones de menor calidad.
A pesar de haberse retirado de la política activa, Peña no se aleja de los desafíos del liderazgo. Su libro, “El Arte de Subir (y Bajar) la Montaña”, es una invitación a todos, líderes actuales y futuros, a reflexionar sobre la importancia de la salud mental, el trabajo en equipo y la necesidad de una conexión auténtica con uno mismo y con los demás.
