Pamela, la propietaria de una peluquería en Vieytes al 900, lleva 18 años enfrentando desafíos con el suministro de agua. Desde los inicios del negocio, han lidiado con interrupciones que, en ocasiones, los dejaron sin agua durante semanas.
Pamela dijo “El problema va más allá del consumo personal. La peluquería cuenta con un lavadero propio que también depende del suministro de agua. Es imposible trabajar sin agua, incluso hemos tenido que proporcionar baldes a los clientes para su higiene personal”‘.
La situación se ha vuelto aún más crítica en los últimos meses. Con cortes de agua más frecuentes, muchos comerciantes del área se han visto obligados a suspender sus actividades. “Es frustrante tener que reinventarse constantemente para poder operar”, admitió Pamela.
“A lo largo de los 18 años de trabajo nunca han recibido ningún tipo de descuento o compensación por los problemas de suministro”, agregó.