El profesor Enrique Abel Lucarelli fue absuelto por el delito de abuso sexual en perjuicio de un niño. Estaba acusado de haberle efectuado tocamientos a un chico en distintas fechas, comprendidas entre 2014 y 2016, en el interior de dos domicilios.
En el marco del mismo juicio, la jueza Claudia Fortunatti, integrante del Tribunal en lo Criminal Nº 2, también absolvió a Cristian Ariel Glebocki, quien además de los supuestos abusos al niño de 5 años llegaba imputado de exhibirle videos pornográficos con el propósito de desviar el desarrollo de la sexualidad del chico.
En diálogo con Canal Siete dijo que se siente liberado. “La verdad que fueron 8 años de constante sufrimiento por parte mía y por parte de mi familia, intentando seguir con la vida como se puede, pero bien, ahora con la satisfacción de que se llegó a la verdad. Eso es lo mejor, es muy complicado poder pelear contra una mentira, no tener pruebas contra una mentira es muy difícil. Yo pensé que iba a ser más fácil, pero bueno, la verdad que se logró, se logró lo que se esperaba.”
Lucarelli vivió el juicio, cargando con el peso de una acusación falsa, dijo y luchó por la verdad, que no fue tarea sencilla.
La confianza en su equipo legal y técnico fue fundamental para enfrentar el proceso judicial. No solo se trató de presentar pruebas, sino de desentrañar la verdad en medio de un mar de acusaciones infundadas.
El desconcierto y la búsqueda de respuestas persisten, pero Enrique sabe que la justicia ha hablado y que ahora puede seguir adelante.
“Sigue estando la víctima, y ahí tienen que prestar atención, ahí tiene que prestar atención, la forma que fue manipulado el menor y la forma que manipularon un montón de cosas, de situaciones, las mentiras que se dijeron en el juicio. La jueza tomó todas las pruebas que pedimos. La verdad que estoy muy contento con eso.”
La condena social es una realidad que Enrique reconoce, pero encuentra consuelo en el apoyo inquebrantable de su familia y amigos.
La lucha por la verdad y la justicia no ha terminado para Enrique. Su testimonio es un llamado a revisar los sistemas judiciales y a garantizar que cada individuo reciba un trato justo y equitativo.