Al reconocido médico Felipe Glasman lo ejecutaron a sangre fría a metros de su Renault 11 TS rojo. Fue en el frío invierno de 2002 cuando el asesino, tras un intercambio de pocas palabras, le disparó de corta distancia. Fueron dos proyectiles calibre 9 mm que impactaron en el cuerpo y en la sien.
Su humanidad terminó boca abajo y quedó con la cabeza en el agua que corría por el cordón, en esa noche donde la lluvia caía de manera copiosa en Bahía Blanca. Glasman murió camino al hospital, mientras el homicida, vestido con ropas oscuras, huyó del lugar en un Chevrolet Corsa gris.
Unos testigos, desde lejos, pudieron ver la escena y aportaron datos a la Policía que llegó al lugar. Allí encontraron, entre otros objetos de valor, la vaina servida de un proyectil con la inscripción “F.C. Luger”. Este tipo, Federal Luger, ya no se vendía en las armerías de la ciudad, lo que hizo pensar que el atacante podía ser un forastero.
El “sicario”, como lo definió horas después del hecho el entonces gobernador Felipe Solá, se tomó unos segundos entre el primer y segundo disparo. Es decir, tras el certero balazo en el pecho, se acercó aún más y lo remató, a quince centímetros de distancia, con un tiro en la cabeza. Todo un “profesional del hampa” que no podía dejar nada librado al azar.
Glasman, de 67 años, era secretario general de la Asociación Médica de Bahía Blanca. Profesional de alta exposición pública, era crítico del manejo del hospital local y del PAMI, y el día del ataque, el 28 de agosto, había firmado un acuerdo con la obra social para eliminar el cobro de un plus.
HABLÓ CON CANAL SIETE, LA TESTIGO CLAVE
Cyntia Formento, fue una testigo clave y habló con Canal Siete donde manifestó “mi vida cambió desde aquel día y me tuve que ir de Bahía”.
“Hasta tuve que cambiar el teléfono también, yo vivía en el barrio Sosba, y me acuerdo que un día un auto me siguió desde la casa de mis padres hasta el Parque de la Ciudad”, aclaró.
En aquel entonces se había ofrecido por parte del Gobernador, una recompensa de 200 mil pesos para quien aporte los datos de los asesinos del médico, y Formento dijo “Yo no cobré ninguna recompensa por haber brindado datos que después fueron tan importantes, tampoco los reclamé”. Y aseguró “Yo cumplí con mi deber”.
“Nunca supe quién lo mandó a matar a Glasman, el autor intelectual”, enfatizó.