El incremento de las desigualdades, la pérdida de aprendizajes, el deterioro de la salud física y emocional de los estudiantes y las menores posibilidades futuras de empleo, son algunos de los principales efectos de la suspensión de clases presenciales, según investigaciones recientes que evalúan las consecuencias del COVID-19 en el ámbito educativo. En general, los más perjudicados son quienes pertenecen a los niveles socioeconómicos más bajos.
La opción por la virtualidad educativa y la creciente segregación social de la educación argentina implican que los chicos más pobres han tenido mucha menor escolarización que los de mayores recursos, por eso especialistas en el tema manifiestan que sería muy injusto para los más pobres repetir las prácticas educativas casi cien por ciento virtuales de 2020.
Irene Kit, pedagoga y referente de Argentinos por la educación le dijo este mediodía a Canal Siete “Menos del 5% de las familias dicen que le gustaria que el sistema virtual sea el predominante” .
“La verdad es que es muy dificil dar clases de esa manera a niños pequeños, ellos están acostumbrados a sentarse frente a las pantallas para otra cosa, no para escuchar a un adulto hablar. Nada reemplaza el vínculo docente – estudiante, que tengamos que estar en esta modalidad es una fatalidad”.