Doce meses pasaron de aquella vez, cuando el circo arribó a Bahía con la ilusión de hacer sus funciones en el Parque de Mayo.
En marzo del año pasado, días antes de que se decretara el aislamiento social, preventivo y obligatorio, las familias que integran el Circo desplegaron la carpa, la misma que tuvieron que bajar, al ver que la cuarentena se extendía.
Incertidumbre y angustia, vivieron el primer mes y muchos vecinos bahienses se solidarizaron con ellos, acercándoles provisiones.
Ante la imposibilidad de dedicarse a su labor, decidieron trabajar en otros rubros, vendieron frutas y verduras, hicieron trabajos de herrería, entre otras cosas.
Hoy, un año después, están a días de partir hacia un nuevo destino. Felices de todo lo que Bahía les regaló y asegurando que se sienten “un poco bahienses”.