Julián Alonso es bahiense y atleta. Su mayor pasión en la vida es el running, amor que lo llevó a Kenia, precisamente a Iten, pueblo cuna de maratonistas.
Su propósito desde un principio fue perfeccionarse, entrenar y aprender con los mejores del mundo en el deporte, sin embargo algo más lo conquistó de aquel pueblo africano y quiso volver.
La cultura y la simpleza fueron los detalles que hicieron que Julián regrese a Iten y que en esa ocasión se permita vivir como ellos.
“Yo no sabía como era la actitud de ellos, no sabía si eran solidarios, amables o si no lo eran”, relató Julián, y recuerda el momento en que llegó y una mujer al saber que él no había comido nada le preparó generosamente un plato de comida.
Tímido, rememoró las primeras horas donde tenía un poco de temor. “Ellos nacen en un contexto donde no hay peligro, aunque al principio yo tenía un poco de cuidado después me fui dando cuenta de que no”, mencionó.
En cuanto al estilo de vida, Julián resaltó la humildad con la que se vive allá. “Todo lo que tenían en sus casas era una silla de plástico y una cama, y para ellos ya era suficiente” y reflexionó acerca de lo que conoció, dándose cuenta de que quizás “estamos influenciados por una competencia de buscar tener más”.
“Me impactó mucho ver esas miradas, esa energía. Salir a caminar o a correr y que todos los nenes salgan a correrte. Te contagian sonrisas todo el tiempo”, recuerda maravillado.
A nivel deportivo aprendió mucho de los mejores. Entrenó duro cada día, corrió muchos kilómetros y mejoró su nivel. “A parte de esa anatomía que los predispone, realmente son una pluma, tienen todo un contexto cultural que es como acá se vive el futbol. Allá a un chico le preguntas qué quiere ser cuando sea grande y te dice ‘maratonista’ “, detalló.
Esta entrada ha sido publicada el 29 de noviembre, 2020 13:37
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