Se trata de un problema que siempre existió pero que, en los últimos años, tiene una mayor visibilización. La mayoría de los casos se da en el seno de la propia familia. “El niño confía en el abusador, el niño lo quiere. Por eso se da toda esta dinámica abusiva”, dijo Clelia Severini, de la ONG CREER SÍ.
Las causas se investigan, van a juicio y hay una condena. También hay centros que brindan ayuda a las víctimas. Una de las falencias es la demora de la justicia. Faltan recursos humanos (instructores, peritos, etc).