El dulce de leche es uno de los alimentos característicos de la comida argentina. Además, este dulce a base de leche se consume desde hace muchos años en otros países bajo distintos nombres, como Doce de Leite, Milk Sweet, Confiture de Lait, Radaby, Fanguito o Cajeta, por lo que existen diversas leyendas y mitos acerca de su origen. Aunque, por orgullo propio, los argentinos nos apropiamos de su invención.
Sin embargo, entre las leyendas más contadas, no de los relatos cuenta que el general José de San Martín ya comía dulce de leche en Chile, tras su gesta libertadora en el país trasandino, y que pronto el dulce se empezó a consumir en Mendoza y luego llegó a Buenos Aires.
Hay distintas variantes o tipos de dulce de leche: tradicional, respostero, alfajoreros, entre otros. Y también hay derivados como helado, galletas, etc. En nuestro caso, el bahiense (y casi por inercia) elige religiosamente el cubanito para el mate. Y en verano, lo más pedido es el cubanito helado de dulce de leche.
Desde 1995, cada 11 de octubre se celebra el “Día Mundial del Dulce de Leche”, una iniciativa que propone rendir tributo al manjar nacional que fue reconocido como «Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico de la Argentina».
