No se sabe si la gitana Paulina adivina el futuro. Pero no caben dudas de que muchos chicos se quedaron sin futuro por su culpa. Paulina decidía todo sobre sus vidas. Con mano de hierro dirigió una de las comunidades gitanas que se instalaron en Bahía Blanca, y con el tiempo logró formar una industria en base al maltrato infantil.
A Paulina sólo le interesaba generar dinero. Sin importar cómo. Y lo hacía en grandes cantidades. Su “industria” estaba perfectamente aceitada y ella controlaba que todo funcione a la perfección.
El mecanismo era muy básico, pero efectivo. A los varones los obligaba a trabajar, día y noche. A las mujeres las preparaba para venderlas para matrimonios arreglados.
Bajos sus órdenes se organizaba la venta ambulante. Los chicos de 6 a 10 años se encargaban de la venta de medias, repasadores y otros elementos. Los mayores de 11, ofrecían ollas. Cada niño podía recaudar hasta 5 mil pesos por día. Nunca salían menos de 10 jóvenes a recorrer las calles. En el verano, pedía “refuerzos” de otras localidades de la zona. Había que aprovechar la “temporada alta”.
Los pequeños vivían sometidos dentro de la comunidad. No tenían documentos y, por lo tanto, no iban a la escuela. Ella no lo permitía, el tiempo en las aulas era dinero perdido. Su negocio era que estuvieran en la calle.
En una oportunidad llegó a organizar a un grupo comando que, a punta de pistola, “rescató” a un grupo de chicos gitanos que eran trasladados a un hogar de abrigo del municipio.
Esposa Joven
Otro de los negocios de Paulina era la venta de mujeres para matrimonios. Detrás de una costumbre gitana se esconde un aberrante negocio de trata de personas.
Paulina decidía el futuro de todos en la comunidad. Y el de las mujeres estaba marcado. Las jóvenes eran tratadas como mercadería. Sus vidas tenían precio.
Las mujeres vírgenes podían ser vendidas hasta por $200.000. Antes debían pasar por un ritual de comprobación. La prueba consiste en introducir un pañuelo blanco en la vagina para romper el himen. Las manchas recogidas de esta forma sobre el pañuelo son la afirmación de la pureza.
Si ya habían mantenido relaciones sexuales, su valor caía notablemente y podía negociarlas por una décima parte de ese monto.
Futuro negro
La suerte de Paulina cambió de golpe. Nunca se imaginó que las redes sociales iban a terminar con su negocio. Su nieta hizo lo que nadie se había animado hasta el momento: buscó ayuda para escapar de sus garras.
A través de Facebook comenzó a buscar a su padre. De él sólo conocía su nombre y que vivía en Luján. Con esos datos logró ubicarlo y pedir ayuda. Le dijo que estaba por ser vendida, que la iban a llevar en tren a Buenos Aires para obligarla a casarse con un hombre que no conocía. Le contó que su hermana había corrido la misma suerte.
Su padre llegó a Bahía y se enfrentó al Clan de Paulina. Hubo un escándalo en la Estación de Trenes. Un policía vio todo. Sospechó que no era sólo una pelea familiar, que detrás de eso podía haber un caso de trata de personas. Estaba en lo cierto.
Paulina quedó detenida. También su marido y su hija. La líder del clan gitano está acusada de trata de personas y de explotación laboral. Podría afrontar una pena de entre 10 y 15 años de cárcel.
Esta entrada ha sido publicada el 13 de octubre, 2018 23:33
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