Hija del maestro toscano de la pintura barroca Orazio Gentileschi, Artemisia nació en Roma el 8 de julio de 1593. Su madre murió en el séptimo parto, cuando ella tenía 12 años y con el tiempo la joven se convirtió en una de las mejores artistas de su época. Por eso en su 427° aniversario, Google la recuerda con un doodle.
La pintora barroca italiana fue una mujer libre, rebelde, ambiciosa, muy cortejada y excelente en su oficio. Vivió rodeada de mecenas, fue alumna de Galileo Galilei, y se convirtió en la primera mujer que integró la Academia de Dibujo.
Además, trascendió fronteras, fue amiga del español Diego de Velázquez, también pintora de la corona española y de la reina de Inglaterra.
Artemisia Gentileschi rompió todas las leyes sociales y se convirtió en una de las artistas más célebres de su época. Compleja, apasionada, también sus cartas de amor, asociadas a su trabajo, a su amante Francesco María Maringhi, desbordan de emociones, mezcladas con algunos versos latinos de Petrarca, Tasso o de Miguel Angel.
Caravaggio, pintor admirado por Artemisia, murió en 1610; cuando ella tenía 17 años. En eso momento la artista firma su primer cuadro: “Susana y los viejos”, cuyo manejo del color denota también el interés de la pintora por Miguel Angel.
En 1611, uno de los colaboradores de su padre en la decoración de la casa del cardinal Scipione Borghese, Agostino Tassi, comienza a darle clases de perspectiva. Se inicia entonces un capítulo oscuro en la vida de Artemisia.
Ella no acepta el pedido de matrimonio que le hace Tassi, quien la viola. Su padre decide denunciarlo al papa Pablo V para obligarlo a casarse –era la ley de la época– y somete de hecho a Artemisia a un proceso humillante bajo la mirada de toda Roma.
El proceso público duró varios meses. Fue sometida a la tortura que consistía en prensar los dedos a través de cuerdas hasta destruir las falanges. En los registros judiciales que se conservan se puede leer una famosa frase de Artemisia, quien con los dedos deshechos se dirige a Tassi diciéndole: “Este es el anillo de bodas que me tenías prometido”.
Tassi fue condenado a cinco años de exilio y galeras pontificias –que nunca cumplió– mientras que Artemisia se casó con Pierantonio Stiattesi, florentino, hijo de un zapatero, y juntos se trasladan a Florencia.
En aquella época, en la corte del gran duque de la Toscana, Cosme de Médicis, se encuentra como consejero y maestro de perspectiva en la Academia, Galileo. Se convirtió en amigo y maestro de Artemisia. Ella ya era integrante de la prestigiosa Academia del Dibujo, la primera mujer con ese cargo.
Se conservan 28 cartas entre ellos. El aporte de Galileo es clave en una de las obras maestras de la pintora: “Judith decapitando a Holofernes”, ejecutada entre 1612-1613.
Como Artemisia era muy bella los coleccionistas adquirían sus retratos en toda Europa, porque ella solía ser su propio modelo. Había muchas mujeres pintoras en la época pero estaban limitadas a pintar vírgenes y flores: la hija de Orazio imponía su cuerpo. Audaz y refinada, trabajó para todos los coleccionistas privados: los Médicis, el duque de Módena, el conde de Amabares, los D’Este, además de banqueros, príncipes europeos y toda suerte de nobles.
Las figuras femeninas de sus cuadros están en su mayoría desnudas: hay músicas, pensadoras, artistas y personajes célebres: Cleopatra, Diana, Dalila, María Magdalena, Judith, la Galatea, entre otras.
En 1639 Artemisia viajó a Londres. Vivió allí dos años y decoró los techos de la casa de la reina en Greenwich. Su padre era considerado el mayor maestro de su tiempo; de hecho murió en Londres y, según dicen las fuentes, el funeral de Gentileschi fue tan suntuoso y espectacular como fueron los de Rafael y Miguel Angel.
Artemisia viajó a Nápoles aproximadamente en 1640 y allí se quedó hasta su muerte, cuya fecha exacta no es precisa pero se estima que ocurrió en 1654. En los últimos años de su vida colaboró estrechamente con el pintor napolitano Onofrio Palumbo, según el testimonio de algunos documentos que se encuentran en los archivos en Nápoles.
Antes de morir, dirá de ella misma una frase que la define: “Soy el alma de César en un cuerpo de mujer”.
Se presume que sus restos se encuentran en la iglesia Sain Giovanni Fiorentini de Nápoles, sin embargo resulta difícil identificar su tumba. Aunque muere en la gloria es olvidada durante cuatro siglos. Y hoy Google la homenajeará con un Doodle buscando rescatar su memoria.
Esta entrada ha sido publicada el 8 de julio, 2020 22:27
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