Consumir menos café, chocolate y cigarrillos al final del día. Aprovechar el teletrabajo para tomar pequeñas siestas. Y no vivir prendidos al celular. Son ayudas para dormir de noche, uno de los mayores desafíos de la cuarentena.
Aquí nadie duerme. Se alteró la rutina y la preocupación sobrevuela la habitación del descanso. Aquel que lo logra, puede ser por un rato. Y el que no toma recaudos, puede quedar atrapado en la angustia de una pesadilla. Dormir a la noche es uno de los principales desafíos de este tiempo de encierro y pandemia. Por eso, los especialistas recomiendan bajar la ansiedad, comer liviano, reducir el consumo de estimulantes y dejar a un lado las pantallas antes de ir a la cama.
La neuróloga Milagros Merino explica que “estamos pasando por momentos de mucha ansiedad y estrés permanente”, con preocupación adicional de “no saber cuándo va a acabar esto ni cómo va a ser nuestra vida cuando termine”.
Coincide Diego Redolar, neurocientífico, quien advierte que con el aislamiento “perdemos señales externas que ayudan a nuestro cerebro a regular los ritmos circadianos”.
La luz y los hábitos sociales ayudan a al cerebro a “saber en qué momento del día estamos”, incluida la hora de ir a dormir. Pero ahora “fallan estas señales externas”, lo que puede terminar afectando a la calidad del sueño, dice Redolar.
El especialista admite que “no sólo podemos despertarnos angustiados, sino que además es posible que en nuestros sueños y pesadillas se mezcle la sombra del COVID-19” y profundice la dificultades.
Los sueños tienen un papel importante en la regulación de las emociones. Actúan como un mecanismo adaptativo que facilita gestionarlas y ayudan a enfrentar situaciones nuevas. Cualquier conflicto con un alto contenido emocional es susceptible de acabar en nuestros sueños. Esto incluye la preocupación por un virus que se contagia fácilmente y que parece estar en todas partes.
Aunque las pesadillas nos resultan desagradables, Redolar explica que “nuestro cerebro se está entrenando, al simular situaciones que nos resultan emocionalmente difíciles para ensayar y anticipar reacciones”. Si al día siguiente nos encontramos con una situación similar, “nos va a impactar menos” y la vamos a sobrellevar mejor.
Hábitos saludables
A pesar de las circunstancias, la doctora Merino muestra un optimismo moderado y vislumbra que el encierro puede suponer una oportunidad para adoptar “hábitos razonables y regulares”.
La neuróloga propone cuidar la “higiene del sueño”. Para eso, junto a Redolar, recomienda mantener horarios regulares, evitar las cenas pesadas y, por la tarde, no consumir estimulantes como la cafeína, el tabaco y el chocolate. También hacer algo de ejercicio, pero no a última hora del día, para que el cuerpo no se acelere antes de dormir.
Otro hábito a mejorar es el de alejarnos de las pantallas antes de acostarnos. Como recuerda Redolar, el cerebro interpreta la luz azul de los dispositivos como si fuera de día y se activa. El neurólogo desaconseja además consumir noticias sobre el coronavirus a última hora: “Si seguimos dándole vueltas al asunto en la cama, es más probable que el tema se cuele en nuestras pesadillas”.
Eso sí, la cuarentena tiene alguna ventaja relacionada con el sueño: Merino recuerda que quienes teletrabajan pueden dormir algo más, al ahorrarse el tiempo del trayecto al trabajo, e incluso echarse una siesta breve por la tarde.
Cuando regresemos a la normalidad, “habrá que ir introduciendo cambios graduales algunos días antes, para volver a madrugar sin perder horas de sueño”, avisan. Para eso falta.
Fuente: tn.com.ar